Discurso (5 mins. o menos): w12 15/11 20. Título: ¿Reciben de manera
misteriosa el don de la soltería quienes deciden quedarse solteros? (th lecc.
12).
A través del tiempo, muchos
siervos de Dios habían tomado la decisión de permanecer solteros y asi poder
servir más en el servicio sagrado a Jehová, actualmente, muchos hermanos y
hermanas, principalmente jóvenes, también deciden mantenerse solteros, para
poder apoyar en los intereses del Reino.
A esta decisión se la conoce como
“el don de la soltería” es decir, la capacidad de ser feliz manteniéndose
soltero, veamos cómo se originó esta expresión.
Cuando los fariseos le
preguntaron sobre el tema del divorcio, Jesús dejó muy clara la norma divina
para los matrimonios, aunque, según la Ley, un hombre podía escribirle a su
mujer un certificado de divorcio si descubría “algo indecente” en ella, pero
Jesús declaró la norma divina al decir en Mateo
19:3-9.
Después, cuando sus discípulos escucharon
lo que Jesús había dicho comenzaron a tener dudas sobre “Si tal es la situación
del hombre con su esposa, no conviene casarse”, a lo cual su maestro
contesto en los párrafos siguientes, Mateo
19:10-12.
Jesús hablo sobre los eunucos y
las distintas clases que hay de ellos, un hombre podía ser eunuco de nacimiento
o por haber sufrido algún accidente o mutilación, pero, también había quienes
se hacían a sí mismos eunucos en el sentido de que, aunque podían casarse,
dominaban sus deseos y permanecían solteros “por causa del reino de los
cielos”.
Jesús mismo era de la última
clase de eunucos, ya que asi el podía dedicarse al servicio del Reino.
Tiempo después, Pablo ahondo más en
este tema, en lo que está escrito en 1
Corintios 7:32-38, Pablo explicó que aunque todos los cristianos, estén casados
o no, pueden servir a Dios, pero en el caso del soltero que “está resuelto en
su corazón” a no casarse “hará mejor”. ¿Por qué razón? Porque los casados
deben dedicar parte de su tiempo y energías a complacer y cuidar a su cónyuge,
mientras que los solteros pueden entregarse a servir al Señor sin tal
obligación.
Por esta causa los solteros consideran
esa oportunidad de servicio como un “don” de parte de Jehová Dios, no habían
nacido con un don especial y tampoco lo habían recibido de ningún otro modo, en realidad
hicieron lugar para ello, es decir, voluntariamente adquirieron ese don.
Así pues, el don de la soltería no es
algo que el cristiano recibe de algún modo misterioso, sino algo que cultiva a
fin de concentrarse por entero en los intereses del Reino. Muchos cristianos se
han resuelto en su corazón a permanecer solteros por este motivo, y los demás
hacen bien en darles encomio y apoyo.
Seamos mejores lectores y maestros (10 mins.): Análisis con el
auditorio. Ponga el video Cómo hacer preguntas y analice la lección 4 del
folleto Maestros.
Lección 4: Cómo introducir bien los textos bíblicos . Transcripción
Vea el Video en: Lección 4: Cómo introducir bien los textos bíblicos
¿Por qué es importante introducir
bien los textos bíblicos?, porque las promesas de Dios que encontramos en su
palabra la Biblia, tienen mucho poder. Hebreos 4:12 dice: “la palabra de Dios
es viva, y ejerce poder, y es más aguda que toda espada de dos filos, y penetra
hasta dividir entre alma y espíritu, y entre coyunturas y su tuétano, y puede
discernir pensamientos e intenciones del corazón”. Sí, la Palabra de Dios puede
llegar al corazón de las personas. Así que siempre debe basarse en ella al
enseñar a otros. Pero antes, usted debe hacer algo para que los oyentes le
presten atención cuando lea el texto bíblico, ¿Qué puede hacer?, diga por qué
va a leer el texto, destaque que la Biblia es la Palabra de Dios y diga algo
que motive a sus oyentes a leer el versículo. En la siguiente escena, fíjese en
si el orador hace alguna de estas cosas:
“Vamos a leer Salmo 55:22, aunque
hemos leído muchas veces este versículo, leámoslo de nuevo: ‘Arroja tu carga
sobre Jehová mismo, y él mismo te sustentará. Nunca permitirá que tambalee el
justo’.”
Aunque en el salón del Reino
seguro que todos buscaron el texto, porque el orador se lo pidió, el auditorio
no sabía por qué iban a leerlo, y el hermano no les explicó por qué su
contenido debería interesarles, ¿Cómo podría introducir bien el texto bíblico?,
hay varias maneras de hacerlo. Primero, planteando una pregunta que el texto
responda, veamos cómo lo hace:
“Cuando tenemos un problema tan
grave que no podemos pensar en otra cosa, ¿qué podemos hacer?, encontramos la
respuesta en Salmo 55:22”
O, podría plantear un problema
que el texto ayude a resolver:
“Imagine que su cónyuge o un buen
amigo ha hecho o dicho algo que le ha dolido mucho. La Biblia nos dice en
Romanos 12:17 y 18 como no deberíamos reaccionar, vamos a leerlo”
También puede captar la atención
de los oyentes con un principio bíblico que el relato enseñe:
“Podemos ahorrarnos muchos
problemas si seguimos la guía divina. Busquemos 2 de Samuel 6:2-7 y veamos qué
sucedió cuando David no siguió las instrucciones sobre cómo transportar el arca
del pacto”
¿Qué más puede hacer para
introducir los textos bien, sobre todo al dirigirse a quienes no son testigos?
Use la Palabra de Dios como autoridad. Vea la siguiente escena y piense cómo
podría la publicadora despertar aún más el interés de la persona por el texto:
“¿Habrá siempre maldad y
delincuencia?, David nos da la respuesta aquí en Salmo 37:10 y 11”
La publicadora despertó el
interés por el texto que iba a leer haciendo una pregunta, y dijo acertadamente
que David lo escribió. Aunque no está mal mencionar el nombre del escritor
bíblico, en este caso, la persona quizás pensó: “¿Quién es David?”; y aunque
supiera quién fue David, quizás pensó que solo era la opinión de un hombre.
Veamos que podría decir la hermana para lograr que la persona confíe en lo que
dice el texto que le va a leer.
“¿Habrá siempre maldad y
delincuencia?, la palabra de Dios nos da la respuesta aquí en Salmo 37:10 y 11”
Así que antes de leer un texto,
no se limite a decir a sus oyentes dónde pueden encontrarlo y a pedirles que sigan
la lectura. Diga por qué razón lo va a leer, y diga algo para que sus oyentes
deseen leerlo. Sobre todo al hablar con no testigos, destaque siempre que la
Biblia es la Palabra de Dios. Haciendo esto preparará la mente de sus oyentes
para las importantes palabras que les leerá.
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