Busquemos perlas escondidas (8 mins.)
- Jn 7:8-10. ¿Mintió Jesús a sus medio hermanos no creyentes? (w07 1/2 pág. 6 párr. 4).
En cierta
ocasión, sus medio hermanos que no tenían fe en él le recomendaron: “Sal
de aquí y ve a Judea”. Jesús respondió: “Ustedes suban a la fiesta [que se
celebra en Jerusalén]; yo no subo todavía a esta fiesta”, pero poco
después, Jesús sí fue a Judea para celebrar la
fiesta en Jerusalén.
¿Por qué les
respondió de aquella manera? Porque a ellos no les correspondía conocer
con todo detalle su paradero. Así que, aunque Jesús no dijo nada falso, la
respuesta que les dio fue incompleta y así limitó el daño que hubieran podido
hacerle a él o a sus seguidores. Pero no mintió. El apóstol Pedro
precisamente dijo sobre Cristo: “Él no cometió pecado, ni en su boca
se halló engaño” (1 Pedro 2:22).
- Jn 8:58. ¿Qué razones hay para traducir la expresión final del versículo por “yo he sido” en vez de “Yo Soy”, y por qué es importante este detalle? (nwtsty nota de estudio para Jn 8:58: “yo he sido”).
Hay quienes
afirman que este versículo prueba que Jesús es Dios. Dicen que la expresión
griega que aparece aquí, egó eimí (que algunas Biblias traducen “Yo Soy”), es una
alusión a la forma como la Septuaginta traduce Éxodo 3:14 y que por eso ambos
versículos deben traducirse de la misma manera. Sin embargo, en este contexto,
la acción expresada por el verbo griego eimí comenzó “antes que Abrahán llegara
a existir” y aún no había terminado. De modo que, lo apropiado es traducirlo
por “yo he sido” en lugar de “Yo Soy”.
Varias
traducciones, tanto modernas como antiguas, usan expresiones similares a “yo he
sido”. De hecho, la misma forma del verbo griego eimí aparece en Juan 14:9,
donde Jesús dijo: “¿He estado con ustedes tanto tiempo, y aun así, Felipe, no
has llegado a conocerme?”. Muchas traducciones vierten este versículo con
expresiones parecidas, lo que demuestra que, en determinados contextos, no hay
una razón gramatical que impida traducir eimí por “he sido”, además, el
razonamiento de Jesús que aparece en Juan 8:54, 55 prueba que Jesús nunca quiso
dar a entender que su Padre y él fueran la misma persona.
- ¿Qué le ha enseñado sobre Jehová la lectura bíblica de esta semana?
Jn 7:18. Jehová es quien merece que le
demos gloria y aquí vemos que Jesús se valió de su educación para glorificar a
Jehová, “Aquel que es perfecto en conocimiento”, aprendemos de este modo una
valiosa lección de Jesús: la educación no debe utilizarse para la gloria
personal, sino para la alabanza de
Jehová.
Jn 7:24. Me enseñó de Jehová la imparcialidad.
Lo que podemos ver en otras personas es muy limitado en comparación con lo que
Jehová ve, pues él percibe lo que hay en el corazón. Si nos esforzamos por ver
a las personas como Dios las ve, no exigiremos más de ellas de lo que Él exige.
Jn 8:33-36.
Jehová es el único que puede dar la verdadera libertad, ya que, aunque seamos
libres en un sentido, todos hemos heredado de nuestros padres originales el
pecado, asi que la libertad del pecado puede lograrse solamente mediante el
Hijo de Dios, Jesucristo, quien dio su vida humana perfecta como sacrificio de
rescate. Este sacrificio hace posible que disfrutemos de vida eterna en
perfecta salud y felicidad en el justo nuevo mundo de Dios.
Jn 8:48-51. Nunca se nos debe pasar por
la mente la idea de rechazar a Jehová y a aquel a quien envió, Jesús, y esto es
un asunto serio, porque Jesús dijo: “Si alguien obedece mis palabras, nunca
verá la muerte”. Con esto no está diciendo que los apóstoles y otros
seguidores suyos no morirán jamás. Más bien, quiere decir que estos nunca
sufrirán la destrucción eterna, o “la muerte segunda”, de la que no se
puede resucitar.
- ¿Qué otras perlas espirituales ha encontrado en la lectura bíblica de esta semana?
Jn 7:16, 18. Jesús, el pastor
espiritual de mayor conocimiento, discernimiento y sabiduría en la historia de
la humanidad no se apoyó en sus propias ideas cuando instruyó a las ovejas
de Jehová, sino que atribuyó el mérito de su conocimiento a su Padre celestial,
por eso, los pastores leales no buscan su gloria y no se basan en sus
propias ideas, sino en la Palabra de Dios.
Jn 7:40-42. Muestra que la gente en
general desconocía dónde había nacido Jesús, y creía que era natural de Galilea
y basándose en lo que dice Juan 7:41, se
llega a esta conclusión: “El que surgieran tales discusiones no refuta
el hecho de que Cristo nació en Belén; pero por lo menos muestra que muchos de
los que lo acompañaban no lo sabían”.
Jn 7:53–8:11. Estos doce versículos
obviamente se han añadido al texto original del evangelio de Juan. No se
hallan en el Manuscrito Sinaítico ni en el Manuscrito Vaticano, es evidente que
no son parte del evangelio de Juan y algunas personas se basan en este
pasaje para afirmar que solo una persona sin pecado puede condenar a un
adúltero, pero la Ley que Jehová dio a los israelitas decía que, si se
hallaba a un hombre acostado con la esposa de otro hombre, ambos tenían que
morir.
Jn 8:44. La Palabra de Dios indica que
el Diablo es “homicida” y que “tiene el medio para causar la muerte”, en realidad,
este despiadado espíritu no posee la capacidad absoluta de matar
directamente a los seres humanos. Pero, de manera astuta y engañosa, consigue
ese objetivo sembrando en el corazón y la mente de las personas actitudes
destructivas.
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