Hacia el final de su vida, Josué reunió a todas las tribus de Israel y se despidió de ellos; entonces, les recordó cómo Jehová los había protegido.
Encontramos su conmovedora conclusión en Josué 24:14 y 15 “Por eso, teman a Jehová y sírvanle con integridad y fidelidad, quiten los dioses a los que sirvieron sus antepasados al otro lado del Río y en Egipto, y sirvan a Jehová. Ahora, si no les parece bien servir a Jehová, elijan hoy a quién van a servir: a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río o de los dioses de los amorreos, de quienes es la tierra donde ustedes viven. Pero los de mi casa y yo, nosotros serviremos a Jehová”.
¿Logró motivar al pueblo?
El versículo 16 dice: “Ante eso, el pueblo respondió: 'Jamás se nos ocurriría dejar a Jehová y servir a otros dioses'”.
El versículo 31 agrega: “Israel sirvió a Jehová durante todos los días de Josué y todos los días de los ancianos que siguieron viviendo después de Josué”.
Este relato es un buen ejemplo de cómo hacer una buena conclusión; sus palabras finales deben relacionarse con el tema principal, motivar a sus oyentes, y deben ser sencillas y breves.
Veamos ahora la conclusión de un discurso público:
“Así que en estos tiempos críticos, sigamos los consejos de este discurso, porque con la ayuda de Jehová, podemos afrontar todos los problemas, y cuando él acabe con este mundo malvado, viviremos felices en un paraíso”.
¿Qué opina?
¿Cree que el orador relacionó la conclusión con el tema principal?
¿Puede decir de qué trata el discurso solo oyendo la conclusión?
Y aunque se esforzó por motivar a sus oyentes ¿dijo algo en concreto?
¿Se notaba que estaba concluyendo?
Démosle otra oportunidad:
“Hermanos, aunque vivimos en tiempos de angustia, siempre recordemos cómo nos ayuda Jehová, él nos da su espíritu santo, nos ayuda a través de nuestros queridos hermanos, y nos da una esperanza. Entonces, cuando afrontemos pruebas, arrojemos nuestra carga sobre Jehová y él nos sostendrá”.
Esta vez, el orador hizo referencia al título “¿A quién podemos acudir en tiempos de angustia?”, también repitió los tres puntos principales del discurso, motivó a sus oyentes al recordarles lo que tienen que hacer para que Jehová los ayude, su conclusión fue sencilla y breve.
¿Cómo podemos poner en práctica esto cuando predicamos?
Ahora veremos a un hermano llamado Aarón, hablando con su compañero de trabajo llamado Marcos, a quien se le murió su abuelo hace poco; Aarón aprovecha para predicarle a su compañero, le habla de la resurrección y le muestra en la Biblia Juan 5:28 y 29.
Ahora veamos cómo Aarón termina la conversación con su compañero:
Aarón: Aquí Jesús promete resucitar a los que han muerto.
Marcos: Qué bien.
Aarón: Ah, bueno, volvamos al trabajo.
No lo hizo muy bien ¿verdad? Démosle otra oportunidad:
Aarón: Aquí Jesús promete que resucitará a quienes han muerto
Marcos: Qué bien.
Aarón: Entonces, ¿qué sucederá con tu abuelo?
En su conclusión Aarón relacionó el tema de conversación con la muerte del abuelo de Marcos. Una buena conclusión debe motivar a los oyentes, es decir, debe mostrarles qué hacer y por qué es importante que lo hagan. Veamos qué hace ahora Aarón:
Aarón: Así qué, Marcos, cuando te sientas muy triste por la muerte de tu abuelo, recuerda que la muerte no es el fin de todo. ¿Te imaginas volver a ver a tu abuelo? Esta esperanza a mí me ayuda mucho.
Marcos: Muchas gracias.
Aarón: Por nada; quizás otro día te pueda enseñar lo que dijo Jesús sobre…
¡Así se hace! Después de repetir el punto principal a Marcos, Aarón lo motivó a que pensara en la resurrección cuando se sintiera triste. Aarón pudo ofrecerle a Marcos un curso de la Biblia, invitarlo a las reuniones o motivarlo a hacer otra cosa. Si hace una buena conclusión, sus oyentes recordaran el tema y los puntos principales y querrán poner en práctica lo que aprendieron.
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