REUNIÓN DE ENTRE SEMANA VIDA Y MINISTERIO CRISITIANO: 30 de Enero a 5 de Febrero de 2023 - Historia y Ayuda Teocrática

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lunes, 30 de enero de 2023

REUNIÓN DE ENTRE SEMANA VIDA Y MINISTERIO CRISITIANO: 30 de Enero a 5 de Febrero de 2023

REUNIÓN DE ENTRE SEMANA VIDA Y MINISTERIO CRISITIANO: 30 de Enero a 5 de Febrero de 2023


Jehová nos ayuda a aguantar las pruebas” (15 mins.): Análisis con el auditorio y video.

 

Malu Morch: Jehová te acogerá (Transcripción)

Me llamo Malu Morch. Nadie se imagina cuánto me ha ayudado Jehová.

Me crie en Sisimiut, en Groenlandia. Mi niñez fue maravillosa. Siempre hacíamos muchas cosas al aire libre. En verano, salíamos a navegar y, en invierno, montábamos en trineo e íbamos a cazar y pescar.

De pequeña estaba muy unida a mis padres. Mi papá me quería mucho, y me llamaba “mi amorcito”. Así que “Amorcito” se convirtió en mi apodo. El mejor regalo que me hicieron mis padres fue enseñarme de Jehová. Fue estupendo crecer en la verdad.

Cuando tenía nueve años, mis padres se divorciaron. Fue terrible. Pude ver cuánto sufrían mis hermanos. No tengo palabras para expresar cuánto daño nos hizo aquello. Nos partió el corazón. Después del divorcio, mi padre fue expulsado. Fue muy duro estar separada de él. Extrañaba mucho a papá. También me sentí abandonada cuando mi madre comenzó a tomar demasiado alcohol. Como yo sabía lo que ella estaba haciendo, no me sorprendió que, tiempo después, la expulsaran. Aun así, estaba muy dolida y triste.

Le supliqué a Jehová que me ayudara a seguir en la verdad. La precursora con la que estudiaba me ayudó mucho. Estudiábamos juntas, a veces me llevaba a predicar y me invitaba a comer.

Cuando tenía unos doce años, mi padre regresó a la verdad. Estaba muy contenta de que al fin hubiera vuelto. Volvimos a tener muy buena relación. Salíamos mucho a navegar, con las motos de nieve, con los trineos... y en la noche veíamos películas. Recuerdo que, cuando se enteró de que me iba a bautizar, se le saltaron las lágrimas. Y noté que estaba orgulloso de mí.

Cuando tenía 15 años, mi mundo se derrumbó. Mi padre se suicidó. Me costaba aceptar que mi padre de pronto ya no estuviera. No entiendo por qué hizo algo tan egoísta. Lo extrañaba mucho. Sentí que me atravesaban el corazón. También estaba muy molesta con él. Empecé a escribir mucho. Y le escribí muchas a cartas a mi padre en las que le contaba cosas que hubiera querido decirle. También me desahogaba con Jehová en largas oraciones.

Me encanta el Salmo 34:18, que dice que “Jehová está cerca de [...] los que están hundidos en el desánimo”. Así es como me sentía yo. Y saber que Jehová está cerca de mí me consuela mucho. También hice todo lo posible por no perderme ninguna reunión. Aunque no tuviera ganas de ver a nadie o, aunque hubiera llorado antes de la reunión, iba de todas formas.

Un mes después de la muerte de mi padre, me bauticé. Me bauticé porque amaba a Jehová. Cuando tenía nueve años, le había prometido a Jehová que le serviría toda mi vida. La relación con mi madre es mucho mejor ahora. Es genial servir juntas a Jehová. Predicamos juntas todos los domingos, y siempre estoy deseando que llegue ese día para salir con ella. A los 18 años, comencé a colaborar con la Oficina Remota de Traducción y, más tarde, comencé el precursorado.

He aprendido mucho sobre el rey David. Sin importar las situaciones por las que estuviera pasando, fueran buenas o malas, él las aprovechó para acercarse a Jehová. Jehová ha usado la congregación para ayudarme a superar las pruebas. Me ha dado “el poder que va más allá de lo normal” y me ha acogido como su hija.

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