REUNIÓN DE ENTRE SEMANA VIDA Y MINISTERIO CRISITIANO: 15 a 21 de Agosto 2022 - Historia y Ayuda Teocrática

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lunes, 15 de agosto de 2022

REUNIÓN DE ENTRE SEMANA VIDA Y MINISTERIO CRISITIANO: 15 a 21 de Agosto 2022

REUNIÓN DE ENTRE SEMANA VIDA Y MINISTERIO CRISITIANO: 15 a 21 de Agosto 2022


Hemos visto la mano de Jehová al construir Salones del Reino (15 mins.): Ponga el video. Luego pregunte: ¿qué pruebas hay de que Jehová bendijo la construcción de Salones del Reino en Micronesia?, ¿qué se logra en los proyectos de construcción gracias al espíritu santo? y ¿cómo ha visto usted la mano de Jehová en los proyectos de construcción en los que ha participado?

 

HEMOS VISTO LA MANO DE JEHOVÁ AL CONSTRUIR SALONES DEL REINO (TRANSCRIPCIÓN)

Aunque nuestros donativos son importantes, quienes han participado voluntariamente en proyectos de construcción saben que el dinero no basta para garantizar el éxito. Conocimos a un hermano de Micronesia con experiencia en dichos proyectos. Él considera que ha visto claramente como la mano de Jehová ha intervenido en los asuntos.

Las instalaciones que construimos son esenciales para que se cumpla la voluntad de Jehová. Sin el apoyo material de nuestros hermanos no tendríamos los fondos necesarios para realizar estos trabajos. Pero el respaldo de Jehová supera por mucho cualquier cantidad que donemos, nada se compara con eso.

Me llamo Travis Drucks, mi esposa Leisy y yo, servimos en micronesia. Trabajamos en el Departamento Local de Diseño y Construcción. Aquí atendemos las necesidades de las islas de Micronesia. La distancia que abarcan es como la que hay entre California y Nueva York, pero si juntáramos las islas, medirían menos que Rhode Island el estado más pequeño de Estados Unidos, pero como área, es muy extensa.

A lo largo de los años hemos visto muchas veces como la mano de Jehová interviene en los proyectos.

Una historia que nos parece sobresaliente ocurrió en la congregación Ray Brook. Por años las reuniones se habían celebrado en una casa, en ocasiones asistían entre 70 y 90 personas. Pero muchas de ellas tenían que sentarse afuera por falta de espacio, se asomaban por la ventana o se acercaban a la puerta para escuchar, aunque lloviera. Se resguardaban debajo de una lona para no mojarse. Conseguimos una propiedad, pero el problema era que el gobierno acababa de prohibir la extracción de arena y coral del océano o de la costa, sin esa opción no podríamos hacer la mezcla de hormigón que necesitábamos. No obstante, había una compañía en la isla que tenía arena y grava. En varias ocasiones les pedimos que nos vendieran tan sólo la cantidad necesaria de hormigón para los cimientos, así por lo menos comenzaríamos. Pero seguían rechazando nuestra solicitud. Entonces el superintendente del proyecto y yo decidimos acudir a la compañía por última vez para suplicarles que analizaran nuestra petición. Al llegar al estacionamiento de la compañía, comentamos lo que podríamos decirles para convencerlos de que sólo nos vendieran lo que necesitábamos. Oramos al respecto, nos bajamos del vehículo y mientras caminábamos hacia la entrada, llegó una camioneta azul que prácticamente nos cerró el paso. Un señor, un lugareño, bajó del vehículo y nos dijo: “¿Puedo ayudarlos?” Era el encargado. Le explicamos nuestra situación y nos dijo: “Bueno, recibirán su hormigón mañana temprano”. Lo interesante del caso, que nos permitió ver en aquello la mano de Jehová, es que él acababa de llegar en avión desde otra isla. Había estado fuera algún tiempo, pero tan pronto como llegó, habló con nosotros, regresó a su vehículo y se marchó. Nos preguntamos, ¿por qué se habrá detenido?, pero no quisimos ahondar en el tema solo aprovechamos la situación. A la mañana siguiente a las 7 en punto llegó el hormigón y echamos los cimientos.

El proyecto siguió avanzando hasta el punto en que necesitábamos poco más de 70 metros de arena para el suelo de una sección. Pero estábamos en una isla sin arena. De nuevo oramos a Jehová, porque sabíamos que, si Él quería que se construyera aquel lugar, se construiría. Así que hicimos una búsqueda minuciosa en la isla para ver si alguien podía ayudarnos, pero no tuvimos éxito. Mientras volvíamos al sitio de las obras, nos detuvimos en una tienda a comprar algo y conversamos con el cajero, le explicamos nuestra situación y nos preguntó: “¿Cuánta arena necesitan?” le dijimos que unos 70 metros lo cual era mucho. Y contestó: “Bueno, tengo unos 80 metros de arena en el patio trasero y no sé qué hacer con ella, así que está a su entera disposición”. Luego preguntó “¿Para cuándo la necesitan?” Le dijimos, para mañana temprano entonces dijo: “También tengo un camión de volteo, así que los veo mañana”. A la mañana siguiente el hombre llegó rellenamos el área y continuamos con la construcción.

Otra historia que me parece extraordinaria ocurrió en la isla de Yap. Estábamos renovando una oficina remota de traducción y ampliando un salón del reino. La congregación había crecido muy rápido y el salón ya les había quedado chico. Para hacer la ampliación necesitábamos arena y cemento. Otra vez hablamos de una isla donde es irónico que no se pueda conseguir arena porque no hay compañías que la vendan. Lo que hay que hacer es ir de aldea en aldea preguntando el jefe si está dispuesto a vender un poco de arena de su playa. Habíamos visitado casi todas las aldeas y nadie había querido vendernos arena. Entonces llegamos a la última donde hubo alguien dispuesto a hacerlo. El problema era que había una disputa entre dos jefes cuyas aldeas estaban junto a la playa. Uno de los jefes dijo: “Esa arena es mía” y el otro aseguró que más bien le pertenecía a él. Como no llegaron a ningún acuerdo no estuvieron dispuestos a vender. Pero llegó el día en que ya se necesitaba la arena para continuar con las obras en aquel salón del reino. En ese punto las cosas empeoraron pues un tifón se aproximaba a la isla, así que hicimos que el equipo de construcción parara las obras y a la mañana siguiente nos comunicamos con el superintendente del proyecto. Él nos dijo: “Tengo excelentes noticias, nada se dañó, pues la tormenta se desvió antes de azotar la isla y apenas nos rozó” y agregó: “También me alegra decirles que me acaban de llamar los jefes de las aldeas. Parece que la tormenta removió un montón de arena que ahora obstaculiza el camino hacia sus aldeas y no tienen forma de quitarla, así que dijeron: “Tenemos mucha arena, ¿podrían ayudarnos a quitarla de allí?”” Así que acabamos teniendo suficiente arena para el resto del proyecto.

La bendición de Jehová es lo más importante siempre que construimos. De principio a fin no hay obstáculo que se interponga, que no puedas superar, eso lo hemos comprobado una y otra vez. El apoyo económico es un aspecto importante cuando piensas en el siguiente proyecto y en cómo lo llevarás a cabo. Pero el dinero no crea el ambiente de amor que encontramos en los proyectos, no fomenta la unidad, ni es lo que nos motiva a servir a Jehová con empeño, día tras día junto a nuestros hermanos y hermanas. Esa parte que corresponde al espíritu de Jehová, eso es lo que motiva a nuestra hermandad y lo que nos impulsa a trabajar duro y en unidad. Sin la mano de Jehová jamás se lograría nada porque solo su espíritu puede hacer todo esto.

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